
Hoy acaba oficialmente la Navidad pero no con ella los anuncios sentimentales. Recuerdo que cuando comenzaron la campaña del
¿Te gusta conducir? de BMW varios estuvimos a punto de llorar frente al televisor porque con muy poco tocaban una cuerda nuestra ahí dentro. Ahora me parece que todos van de ese palo y muchos recurren al chantaje sentimental o a reflexiones profundistas acerca del sentido de la existencia. Así que cuando pongo la tele me da miedo de lo bruta que soy porque acabo odiando a todos estos/as tipos/as que hablan de que lo importante en la vida son los detalles, que es bueno tener sueños, que nuestra meta es ayudar a los demás y que todo eso lo conseguiremos con el último contrato de telefonía móvil del momento. En el ranking de los que más odio están:
1. El tipo de la bufanda roja de Vodafone y todos sus acohólitos que no paran de llamarse entre sí con ese rollo de "si lo piensas bien, todo está conectado". Tampoco hace falta que nos lo digan ellos, ya lo hacen las birras del finde y de forma mucho más divertida no?
2. La niña de la chaqueta de lana enorme de Orange, esa que te dice que "hables de verdad". Cada vez que sale me acuerdo del tipo que vi en la calle hablando por el móvil y diciendo: "No te oigo mucho, es que estoy en un ascensor".
3. El anuncio de la Consejería de Turismo de Extremadura, me corre un escalofrío por la espalda cuando oigo eso de "la raza humana está hecha de pasión" y "las leyes, la ciencia, los negocios ... son nobles empresas, como me dijo mi padre". Ésta última frase en particular me suena tan arrítmica que me lanzo a por el mando como una posesa.
4. El anuncio de TVE lleno de melancolía del tipo "cualquier tiempo pasado fue mejor", sobre todo me pongo cardi cuando sale el tipo en el coche escuchando jazz y de repente cambia a una emisora heavy y mueve la cabeza como si conservara las melenas. ¿Todo eso los consiguen las radiaciones del pirulí?.
Seguramente este furor resentido mío suene un poco incoherente viniendo de alguien tan pre-adolescente como yo y que hoy mismo acaba de terminar un paquete de clenex entero viendo
Los Puentes de Madison, pero tanto anuncio sentimentaloide me empacha del tal forma que cuando llega el bloque de publicidad me hace una ilusión bárbara encontrarme con las ofertas de bricolaje del
Lidl.