Monday, September 21, 2009

Hambre porrera

Cocinando unos espaguetis boloñesa, tras haber superado la vagancia de días atrás y a su vez haber terminado con toda mi reserva de botes de sopa de pollo Campbell's, he comenzado a recordar las escenas de cine que más hambre me dan, y de repente me ha salido una lista en un segundo:
- La escena de Godfellas en la que están todos en la cárcel y uno de ellos, no recuerdo quién, está haciendo salsa de tomate para la pasta y está cortando el ajo finísimo, con una cuchila de afeitar.
- Los sandwichs que le está haciendo David Carradine a mamá y la nena en Kill Bill 2, cortando la corteza del pan con un cuchillo enorme y poniendo de todo dentro: mayonesa, mostaza, jamón, queso, pastrami, mortadela...
- El filete que se come el traidor de Matrix cuando cambia de bando.
- Las langostas que intentan cocer, sin mucha maña, Woody Allen y Diane Keaton en Annie Hall.
- La manzana que se come Emile Hirsch en Into the Wild, orgánica total.
- El perrito que se está zampando Brad Pitt cuando va a recoger a George Cloney a la cárcel al principio de Ocean's Eleven.
- Las pizzas que se están metiendo entre pecho y espalda todos los de la familia de ET al inicio de la peli.
- Las tartas que se toman Cybill Shepherd y Robert de Niro en su cita en el café en Taxi Driver.
- La comida china que se pide Harrison Ford en Blade Runner.
- Los sandwich de Meg Ryan y Billy Crystal en When Harry met Sally, cuando están en Katz's y ella está orgásmica.
- Cualquier fabada que salga en cualquier película o audiovisual, incluida la de la abuela.
- Y de postre, los rusos blancos que se toma Jeff Bridges en The Big Leboowski.

Saturday, September 05, 2009

Wonderland

Primero he visto un concierto de un tío con una guitarra que cantaba bastante bien versiones de John Fogerty y de Simon&Garfunkel. La última que ha tocado ha sido Mrs Robinson, y la peña cantaba el yeyeye y el huhuhu igual de emocionados todos como si estuvieran en Woodstock. Luego el tío ha parado porque había una boda de un tío koreano con una tía americana. Iban todos vestidos de negro y rojo, y la novia con una corona de flores rojas en el pelo. Familiares, amigos y desconocidos han aplaudido a rabiar cuando se han dado el beso final mientras sonaba la marcha nupcial en un casete de cinta. Después he visto una especie de performance con dos tipos, un tío con rastas vestido mitad perro flauta mitad medieval y una tía con una gasa transparente cubriéndole muy minimalistamente el cuerpo, los dos con violines y cantando ópera con voz de falsete, muy bizarro. Después he visto un gondolero veneciano con su camiseta de rayas blancas y rojas y su sombrero de paja, que llevaba en la góndola a unas señoras mayores que estaban encantadas, de encantamiento. Más tarde he presenciado una exhibición de breakdance bastante chula, aunque con música actual, que no es lo mismo que si suena electro en el radioca. Y para terminar, he tenido un ataque de vergüenza ajena cuando una tía que estaba buena pero que se creía que lo estaba aún más se paseaba en bikini con un perro y con un chaval que vendía chocolates y la seguía a prudencial distancia. Ella prentedía "ayudar" al chaval a vender su mercancía vendiéndose ella entera, hasta que se ha cansado y le ha despedido con un beso al aire a distancia y con una sonrisa satisfecha en plan: "ya he hecho la buena obra del día." Y es que hoy me he tirado casi todo el día en Central Park.