Intermitencias

Otra historia del metro, la penúltima que brota allí, (casi pienso que no habría blog si no hubiera suburbano). Día de huelga, debe ser que no tengo mucha prisa por llegar al curro y además se que tengo excusa válida porque la razón sale en la prensa ("Incidentes entre viajeros y conductores en el ? día de paros del metro", bla bla bla), el caso es que me lo tomo con tranquilidad y humor, y consigo hacerme un sitio entre una niña sentada en el suelo (vaya huevos, era mi heroína, todo el mundo apretado al máximo y la niña allí leyendo) y dos chicas con labios pintados, y hasta saco el libro (de bolsillo, pekeñajo) y me pongo a leer muy digna. Y las mujeres L'Oreal empiezan: "Niña, levántate que te van a pisar", y la niña nada de nada, ni levanta la vista oye, eso es ser lista y protegerse bien de las lipotimias. Y luego el típico parón en seco entre Moncloa y Ciudad Universitaria, el parón de todalavida de dios, que no se por qué pero siempre hay uno entre esas dos estaciones. Pues las mujeres guapas sólo de cara indignadísimas, afirmando "con todas las de la ley" que el conductor lo hacía aposta por la huelga. "Yo es que no lo soporto más, es una vergüenza, encima tienen condiciones labores mucho mejor que las nuestras, que cobran 3.000 euros al mes". Y yo leyendo el ritmo bop de "Los subterráneos" de Kerouac, intentando no ser cabrona y no pensar en decirle "Coño, cambiáte de trabajo o de ciudad entonces, hostia!". Y la otra le responde una frase típica de abuela pero proferida por una boca con brillo de diamantes Maybeline en los labios: "Esto en Europa no pasa, esto lo hacen en Europa y ya los han echado a todos a la calle", ole ole ole, europeísmo de nuevo cuño, sí señor, como mola Berlusconi. Lo mejor de todo aún estaba por llegar: "El otro día salieron los del vagón y lincharon al conductor por algo como esto" y "pues no me extraña nada, la verdad". Ahí ya me hice el lío, no sabia si seguir leyendo cómo Charlie Parker tocaba jazz y se pinchaba morfina en los 50 en San Francisco o clavar la mirada en sus rostros para ver si realmente iban en serio. Pues se han bajado afirmando que iban a ejercer su derecho (sic) de poner una reclamación en el Consorcio, como si no estuviera Espe deseando que haya mil millones de quejas para echar la culpa a los curreles de la mierda de metro ruinoso que tenemos. Igual es que soy yo la rara porque no tomo café por las mañanas y voy en el limbo, pero tanta mala hostia y tan temprano no la disimula ni el mejor lipstick del mundo.
Jugar a la botella tiene sus peligros, pero en el country todo es distinto. Mujeres disfrazadas de bañistas Torremolinos 73 y hombres vestidos de gogós Motown, naturalidad y pingüinos al poder. Y ya puede sonar The Cure, que Ramones, que Raphael, que siempre hay alguien asomándose por la ventana dándolo todo. Y es que en el country está la mejor buhardilla del mundo. Y por qué no decirlo, unos vecinos que son unos santos.
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De pequeña vi una peli, no me acuerdo cuál, en la que salía una escena de esas en las que te presentan a los personajes, hay música, y salen en diferentes situaciones. Era una pareja, y había una en la que estaban desayunando, o merendando, leyendo el periódico y luego se lo intercambiaban. No se por qué me encantó (al mismo nivel de ñoñería que hace que me emocione con Pretty Woman) y se me quedó grabada. A diario paso de leer el periódico, sólo miro la web de El Mundo, y lo que más me mola es la sección de fotos de Gente. En el curro vemos todos los diarios, pero normalmente pasamos las páginas a toda leche fijándonos solo en las nombres en negrita, a excepción del suplemento de The New York Times que da EL PAÍS los jueves, que se sale (a mí el periodismo yanki me pierde). Pero los domingos, si no me he bebido media botella de Ballantines el día anterior, me lo leo entero. El EPS, el periódico normal y, sobre todo, el suplemento Domingo. Hoy he encontrado algo verdaderamente bueno, un capítulo del nuevo libro de Manolo Rivas que habla de un homenaje que dieron los rancios acólitos de Franco en 1962 al jurista del nazimo, Carl Schmitt. En la sede del Movimiento, Fraga soltó esta perla: "La política como decisión, la vuelta al poder personalizado, la concepción antiformalista de la Constitución, la superación del concepto de legalidad...son estas cotas ganadas de las que no se puede volver atrás".