Vetusta sí que sabe

Ayer con el jet lag, sensación no tan mala como esperaba ni tan chuli como en Lost in Traslation, me vi Air Force One por primerva vez. Hay una escena que me pareció brutal, cuando el presidente de los Estados Unidos de América está manejando unos cables del avión para que éste pierda combustible y joder bien a los secuestradores, y le dice un general por teléfono que coja un cable amarillo y lo junte con otro, y cuando le va a decir el color del segundo se corta. Quedan uno verde, uno blanco, uno rojo y uno azul. Escoge el verde, porque los otros tres f0rman juntos la bandera yanky y la bandera "no le puede fallar", gau!. Es lo que en Méjico llaman gringos, a los que dejan más caros los souvenirs porque, según nos decían a los españolitos, no se enteran de nada los americanos huey!. Gente singular los mejicanos, que parecen que están dormidos y de repente te cuentan que antes de montarse el chiringo con barcos de vela en la playa estuvieron con el rollo del inmersionismo en Egipto y en Tailandia; que parece que son pausados y de repente van conduciendo a toda hostia y adelantan entre camíón y camión en un cambio de rasante y con la selva detrozada por el huracán Wilma a ambos lados de la carretera; que te aseguran que la cochinilla pibil no pica y tú acabas con la lengua más roja que tu cara quemada por el sol caribeño. Anécdotas todas de un viaje en el que, mayoritariamente, he estado metida como en un globo confortable, el del hotel all inclusive, y en el que en momentos puntuales he pinchado ese globo para ver la realidad de esta gente, que no deja de sorprenderte. Además de los pueblos con iglesias y comandancias de policía igualitas a las que salen en las pelis de vaqueros gringos, de las ruinas de una de las civilizaciones, la maya, menos apegada a la tierra y más pendiente del cielo, de las playas infinitas con lagos de agua ducle al lado donde nadan cocodrilos, hubo una figura que me llamó poderosamente la atención, la del animador de hotel. En el mío había varios, mejicanas y mejicanos y también holandeses y franceses que estaban sonriendo las 24 horas del día y eran capaces de jugar a voley playa a las 3 de la tarde. Uno en particular, un mejicano de un pueblo cercano del estado de Quintana Roo, parecía a simple vista la típica loca divertídisima que lleva toda la vida de dios en el hotel y se conoce todo el cotarro, hasta que me contó que tenía 23 tacos, mujer, dos hijos y otro en camino, llevaba una semana en el hotel y les hacían contratos por meses. Submundos y mundos desbordantes alrededor de la barra del all inclusive, donde no dejaban de bailar, tal y como prometí, daiquiris, caipiriñas, mojitos, margaritas y hasta un manhattan que, por muy venida arriba que estuviera, no me pude terminar huey!.