El vecindario

Teniendo esa máxima tan prosacia como guía, uno se puede reír de todo y montárselo debuti casi tan sólo observando la de cosas y acciones extravagantes que se ven por ahí.
Primer ejemplo, la tan ansiada casa en Astoria, Queens (la blanca de la izquierda). Uno la ve por fuera y le da la impresión de que está adornada, y lo está, con cobertura de ese extraño contrachapado de medio metal medio plástico que la hace parecer frágil como una hoja y proclive a salir volando si hubiera algún huracán de esos que no pasan por NYC. Obviando al dato de que por dentro está mejor que el antiguo piso de Madrid, para mí es un palacio.
Segundo ejemplo, este sí que raro aquí y en todos lados. Existe una web, craiglist, en la que se vende y se compra y se intercambia de todo: trabajo, casas, muebles. La peña vende cosas chungas de veras, como lamparitas de mesilla hechas una mierda o sofás hechos una pena. Pero el colmo es el tío que vende su cubo de basura, de diseño, por 50 dólares. 50 napos por echar la mierda donde la ha echado otro antes. Pero fashion.
Al final lo que te acaba rondando por la cabeza al final del día es que quizás vivas más cutre y, por otro lado, que no vas a poder encontrar nada más sorprendente que lo has visto hoy. Pero la poca experiencia me dice que tanto una cosa (la cutrez) como otra (la sorpresa) siempre se pueden superar a sí mismas al día siguiente.