Wednesday, May 06, 2009

Mundo viejuno

Me quedan menos de dos meses para cumplir 30 tacos y es ahora cuando aprendo a estudiar en biblioteca. No sólo aprender, incluso apreciar. Me perdí esas noches en vela míticas llenas de café y pitillos de la complu, es así. Yo con gente quiero fiesta, no puedo estudiar con gente, pensaba. Ahora, quizá porque mi casa es tan chiqui que como te pases el día entero en ella se llena y se llena de cosas, me voy a la biblio. La biblio es la Bobst, la biblioteca de la New York University, que no de mi universidad, que está en obras y no tenemos. La Bobst está en Washington Square Park, un parque que, según cuentan los guías turísticos a sus clientes por allí, era el centro de la movida hippy en los 60, y cada vez que se protestaba por algo o se pedía algo, veáse Vietnam o el sexo libre, el parque se llenaba de peña a muerte. Está al final de la quinta avenida, y aunque los alrededores están en obras, allí está el arco mítico donde se despiden Billy Cristal y Meg Ryan cuando llegan a Nueva York desde Chicago en coche al principio de la peli, todos vamos a morir y los tíos y las tías no pueden nunca ser amigos. Ahora no hay casi hippies, pero sí es cierto que es uno de los sitios donde se puede pillar marijuana.
El edificio de la librería da a ese parque, tiene ocho plantas y un suelo de dominó, de baldosas negras y blancas y grises. La gente que va todos los días se toma muy en serio lo de encontrar el sitio perfecto, y tienen su planta, y saben que la sexta tiene buena vista y muy buenas sillas, y que la octava tiene mejor vista pero unas sillas de mierda. La vista es una panorámica en ascenso de la quinta avenida con el Empire State y el Crysler como en una postal. Eso ve uno cuando levanta la vista del libro. Mis dos colegas de biblioteca son de la sexta, y por ellos me bajé dos pisos desde la ocho. Por ellos estoy pensando en comprarme una pipa para fumar. Son como Valle-Inclán, y yo tengo poca personalidad.
Hay gente que vive en la biblioteca. Literalmente. Peña que tiene que elegir entre pagarse la uni, que es super cara, o pagarse el piso. Deciden estudiar y se llevan su macuto a la biblio. Los estudiantes de la New York University tienen acceso a gimnasio, sauna, tienen su taquilla, duchas, y en la parte de abajo de la biblio hay unos sofás de muerte, cafetera y microondas. Vamos, que aunque no esté permitido morar allí, si estás en la ruina te lo están pidiendo a gritos. Hubo un tiempo en que un tío vivió allí como dos años y la gente ya le conocía y le hicieron reportajes y la hostia en el New York Times y al final la universidad le becó para que tuviera casa y se pirara de la biblio. Bien jugado.
El edificio tiene como un cuadrado enorme vacío en medio de las plantas, de modo que cuando estás en una plata tienes un pasillo cuadrado con los libros y las salas de lectura a un lado del pasillo y nada, el vacío, al otro. Si miras para abajo ves a la gente pequeña pisando el suelo dominó de la entrada. Antes no había nada y podías sacar la cabeza lo que quisieras. Ahora han puesto cristales de suelo a techo, porque al parecer varios alumnos se tiraron por ahí desde el octavo piso el mismo año.
En estas épocas de finales, la biblio está petada de chavales jóvenes de 20 años tirados por los pasillos con su Mac chateando, estudiando, bufando y ligando a muerte. Uno piensa: qué grande. Y sí, pero los cabrones charlan como si estuvieran en un bar. Uno descubre cuándo un estudiante tiene más de 23 tacos o no está hormonado cuando levanta la mano como para pedir la vez pero con gesto amenazante y mira seriamente al tipo que está chateando, viendo un partido de la NBA, hablando en susurros con un colega en intentando leer un libro a la vez. Es con ese gesto, el de levantar la mano como si estuvieras llamando al camarero, como mandan callar aquí. Nada de schssssssssss. Yo flipo, porque funciona, es como imponer autoridad. Y seguramente también es demostrar a los chavales que para ellos ya eres eso, un viejuno.

0 Comments:

Post a Comment

<< Home