Monday, January 21, 2008

Lógica difusa

El jueves pasado caminaba hacia casa con la cabeza gacha, y como si fueran a juego con mi estado de ánimo, se habían fundido todas las farolas de la calle y había, o me pareció, más andamios tapados con plásticos de lo habitual. El frío y una llovizna suave y cabrona combinaban bastante con mi voluble estado de ánimo, el propio de esas veces en las que uno parece que no sabe o no encuentra dónde está su sitio, a pesar de que esté o crea que está en él. Aunque los semáforos estaban en rojo y había otros en verde, no me cambiaba de acera por temor a romper el camino de siempre, la rutina a veces odiosa que muchas veces te salva de sentirme como si estuvieras dentro de una lavadora.
Pero todo tiene su fin y tras triunfar medianamente en el, espero, último examen yanky en tierra natal, en el que me acordé y después me horroricé de haber memorizado el nombre de los nueves jueces que forman la corte suprema de los states, todo brillaba un poco más, y las tiendas volvían a estar abiertas para saciar vena consumista y vena en general. Después de un finde country total, en el que viernes y sábado he escuchado aturdida y feliz el "Balas blancas" de Barricada y el "Mucha policía, poca diversión" de Eskorbuto, hoy, lunes, me doy un homenaje y me bebo una botella de cava Sumarroca super catalufo y me voy a ver entera y sin remordimiento la peli de Hurricane Carter, que llevo todo el día tarareando el temazo. No se si realmente he vuelto a encontrar mi sitio, pero sí me muevo por los sitios mucho más ligera, y difusa, que es lo suyo.

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