La verdad está ahí fuera (II)

Estoy bastante cansada, creo que porque no piso mucho la calle. Me flipo con todo lo que no requiera actividad intelectual de ningún tipo, me dejo llevar por temas bizarros e inconexos. Hoy, sucesos callejeros, de la calle más que de la gente que va por la calle. En el cruce entre María de Molina y Avenida de América, a la altura del edificio de la UGT, enorme estilo soviet y con muchos recovecos y esquinas exteriores donde duermen los que viven en la calle, hay un paso de cebra con un remolino de hojas. Los días de viento es enorme, como una centrifugadora que absorbe todo tallo caído y le hace dar vueltas y vueltas sobre sí mismo. Si lo miras mucho rato te mareas y corres el peligro de que te atropelle un taxi, porque es un carril "solo de" y van como locos, como locos!. En la esquina de Príncipe de Vergara con los bulevares de Juan Bravo hay muchas palomas, supongo que porque hay bancos. El otro día vi a una picando de un chicle de esos enrollados enormes, todo guarreado. Pensé que luego se le iba a inflar en el estómago y finalmente se iba a morir, ratas del aire. Y en las personas que recogen las palomas muertas. Se me quitó el yuyu, de nuevo, con el escaparate de la gestoría extraña que una vez espié, ésa que conté una vez aquí. Los tíos tienen todos el suelo del escaparate lleno de bolsas de abono, junto con los carteles aquellos de yupis de los 80 y el ordenata viejuno. Les adoro, me ahorran años de terapia.
La verdad está ahí fuera, y también en Youtube. Esto es la bomba.