El lado positivo

Tú y yo a la fiesta...

Hago ecos y cacofonías con mi tos, cuya tenacidad estoy empezando a admirar. Para los que me han conocido hace dos años o menos, es un rasgo definotorio más de carácter, en caso de haberlo. No suelo dejar que me domine y pongo bastante en práctica ese lema de "si sales, bebes y fumas, se te cura todo y al día siguiente estás como nuevo". Pero después de dos intentonas de curación doméstica y alcohólica, hoy me he rendido a la evidencia y he ido al médico. Dos horas en la sala de espera y todo dios igual, tosiendo a morir. Hasta que ha llegado el momento mágico, una tos de un señor mayor, y justo a continuación la de un niño, y superpuesta la mía, a continuación un carraspeo de un machomen y luego el estornudo estruendoso de una chica. Ha sido como los primeros segundos de una canción de Börjk: uhuhuhuhuuhuhujjjjjjjj!, ahhahahahahahahahahchchcch, urgurgurgurgurgurgugrgggggg, gggggggrrrgrgrggrgrg, aaaaaaaaaaaaaaaachús!!!!!!!!!!!!!!. Todo el tedio que tenía encima tras escuchar interminables quejas sobre los funcionarios, los médicos, los pacientes que tardan mucho en la consulta y la de mierda que hay en el ambiente, que nos enferma porque no cae lluvia que lo limpie, se han esfumado por un instante y me han entrado ganas de coger una fregona que había por ahí y ponerma a bailar en plan Dancing in the dark. Con el chute doble de codeína, en pastillas y en garabe, que me han recetado, tengo asegurados varios sueños estrambóticos e idas de olla macarrónicas, que queda un finde muy largo por delante para disfrutar.