Me estoy haciendo vieja

Es una de las cosas que pensé después de leer esta noticia. También se me ocurrió que si a nosotros ya nos llegó manoseado el sexo, drogas y rock&roll, y aún así cada uno lo cumplió como pudo, a los adolescentes de ahora ya les ha llegado en las últimas. Y por último pensé en las polémicas que levantan las encuestas, esos trabajos de base científica por los que todos los políticos y grandes multinacionales pagan un pastón para luego decir que no se los creen. Yo he sido encuestadora en muchas ocasiones y puedo decir que, al menos en las que yo hacía para los autobuses de Méndez Álvaro y para AENA, sí nos inventábamos respuestas y achuchábamos al encuestado, pero las menos de las veces. Lo que sí es cierto es que si el target del estudio en cuestión son personas ricas, los encuestadores rellenarán las casillas según buenamente puedan. Y es que es casi imposible hacerle una encuesta a un rico. Lo digo porque cuando las hacía en la cinta de maletas de Barajas siempre había que cubrir un cupo de pasajeros clase business, los que llevan en una mano su troley sin facturar y en la otra su blackberry y que parecen todos un campeón de marcha de lo rápido que andan sin levantar los pies del suelo. Total, que después de correr como una gallina detrás de ellos y sentirte invisible e inaudible varias veces, pasas y te inventas que le ha gustado el cattering pero que el asiento era muy pequeño y que no le dieron prensa internacional. En fin, toda esta explicación para deciros que, lejos de querer juzgar los gustos y motivaciones de los jóvenes españoles (no estoy yo para mucha moral ni para lograr entender cómo se puede ser cómodo y rebelde a la vez), espero que esta encuesta se la hayan hecho sólo a los universitarios del OPUS.