Wednesday, July 16, 2008

Tormenta de verano

Ayer en el jipi, garito por excelencia del verano country, hablaba con la doctora Jekyll y Miss Hyde de la vida de ir y venir, y de que estando ella en Brighton se metía en este blog a ver qué pasaba y últimamente no pasaba nada. Cierto. Como el agua y el aire que me han hecho volver a mirar alrededor en vez de al suelo, al cielo y al ordenador y cuaderno de apuntes con "la LISTA de cosas que DEBO hacer".
Ayer empezó, con un baño en la piscina en el que por primera vez sentí realmente el agua rodeándome y el sol tocándome. Estaba ahí ese verano que me pone como una moto de feliz. Por la noche, botellines y charleta, ya metiéndonos en harina. Y al día siguiente, la visita a la seguridad social en San Lorenzo de El Escorial para actualizar mi dirección, el pan de cada día. Rutina que al final ha sido la bomba lironda.
Hay canciones que me salvan en momentos de nieblas, como un acróbata sujeta a su compañero al terminar el salto mortal. Está "We float", de PJ Harvey, que repetí y repetí sin pausa en el camino al curro los últimos días de mi ya extinto trabajo. Y está "Old Man", de Neil Young, que me ha arrancado de cuajo el tedio de pensar todo el rato en la LISTA de cosas, y a partir de ahí he flipado a muerte conduciendo por las carreteras del country. Justo cuando ha empezado la canción he visto a un tipo de unos 60 años caminando por el arcén con unos pantalones cortos, sin camiseta, to moreno, con un gorro de paja y con dos bidones de gasolina, uno en cada mano, old man country boy a muerte.
Hacía como cuatro años que no iba a la seguridad social de San Lorenzo, pero mi coche iba solo, llevándome, y yo iba pensando en las muescas de esas carreteras, que señalan las veces que nos hemos perdido, que hemos ido a ver a un noviete, que hemos vuelto a 20 de unas fiestas patronales con tiro a la sidra. También me ha recordado lo muchísimo que odio el nuevo anuncio de BMW en el que un tipo rollo Ray Ban chungo hace como que declama un trozo del "On the road" de Kerouac. Pero dejo eso, que como dice Irving, me combustiono.
Con el Old Man en la cabeza, la cola para hacer papeles ha sido una anécdota, y lo fuerte ha sido descubrir como el Miranda Suizo, el café donde ponen los mejores chocolates con picatostes, en verano y por la mañana se parece un huevo a las terrazas de Scott Fitzgerald en "Suave es la noche". Y que el aire que hay en el patio del Monasterio hace como una pequeña corriente circular, retando a todo el solaco que cae recio sobre la piedra, y es frío y seco, y suave a la vez. Ahí, buscando el coche en el parking al lado del edificio con más monjes de todo Madrid, ya estaba del todo en casa, y la lista seguía siendo importante pero también era otra cosa más, no LA LISTA.
La vuelta por Galapagar, y la media hora que he perdido intentando salir del pueblo más endiabladamente mal señalizado del mundo, me lo han corroborado. Un clásico básico, casi casi hasta entrañable.
Agua y aire los hay en todos lados, y es posible que para estar en casa sólo haga falta verlos.

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