Monday, February 04, 2008

Allá en el Rancho grande

Resultó que el Ranchito era un sitio que mejoraba cuanto más tiempo pasabas en él. Al principio, después de una noche de copas de garrafa carnavalera malagueña y pitis en una playa portuaria de ciudad a las cinco de la mañana, el aperitivo recio de embutidos y manzanilla era todo un reto, que se superó, claro. La señora que lo frecuentaba era más maja que las pesetas y a la sazón la dj del número a caballo de su hijo, un chulazo la mar de sonriente con una mujer guapa a rabiar y dos bebés de cuento. Nos hicieron dos números de doma, como el infierno y el cielo. En el primero, y esto lo juro y juraré siempre, vi a un caballo bailar el I just can get enough de Depeche Mode, y casi me sale ardiendo la cabeza de la inmensa cantidad de paridas que se cruzaban por mi mente. El segundo era lo que tenía que ser, un espectáculo con garrota y con el Entre dos aguas, de Paco de Lucía, que me dejó muy relajá y con ganas de tener un clavel a mano para tirárselo al tipo, en plan chulángana.
Y ná, haciéndome, por una vez, caso a mi misma, he salido y salido este finde, y me he quedado bastante vacía, y un poco feliz feliz.

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