Monday, February 05, 2007

Streaptease

Por la tarde me quedé sola en la oficina acabando una chorrada de videojuegos y cuando ya estaba cerrando la puerta me acordé del pequeño hombre que había pasado a primera hora por el pasillo hacia la sala del fondo y que no había vuelto a ver. Volví a entrar y ahí estaba, trabajando en algo de finanzas que nadie más que él entiende. Gracias a él hoy puedo decir orgullosa que le he explicado a un chino en inglés cómo funciona la alarma y cómo se apagan todas las luces. Lo de poder hacerte entender en otro idioma y hablar así con gentes tan lejanas como los chinos a mí me flipa del todo. El inglés es la única lengua no materna que medio manejo gracias a las profes hippies de aquella academia del country a la que iba, que consiguieron que no tuviera acento de ningún tipo (tuve profesoras de Irlanda, Inglaterra, Japón, Estados Unidos, Canadá y Australia) Ahora empiezo clases en el curro con un profesor australiano de 26 años que promete mucho (no le conozco, pero me le imagino rubio y con una tabla de surf debajo del brazo) Si hubiera podido elegir sin pensar en el curro quizá hubiera preferido estudiar italiano (una vez me apunté a una prueba de nivel en la Escuela de Idiomas y se me olvidó ir) pero lo que de verdad me molaría es conocer muchos idiomas. Cuando estuve en Londres le decía a un amigo coruñés excepcional ahora emigrado a la city que me encantaría conocer la lengua de Torrente Ballester, que escribió uno de mis libros preferidos y de los más descojonantes que he encontrado, La Saga/Fuga de JB. Él me respondió que cuando se habla de lenguas siempre se acuerda de lo que dijo Carlos I de España y V de Alemania: "Al pueblo le hablo en castellano, a los hombres en francés, a las mujeres en italiano y a mis caballos en alemán". Pensando en la jeta de este tipo y su rama aristocrática uno acaba reafirmándose en una vieja y no por ello menos brillante idea, que al final hablar y contar cosas es como desnudarse poco a poco.

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