Tuesday, June 13, 2006

E-street

Como buena meláncolica y dramática que soy, hoy me he ido despidiendo de la calle que baja a mi curro. Con dos pasos de cefra que no están coordinados, y la consiguiente confusión de peatones, que solemos optar por lanzarnos a lo loco en el primer paso en rojo para llegar al semáforo en verde del segundo. La señora mayor que lleva a su hijo en silla de ruedas a toda prisa cada mañana, en cuya cara puedes ver el esfuerzo y el cansancio más grande que verás en cualquier otra cara a lo largo del día. La tía jovencita que lleva a su hijo al colegio, que está increíblemente buena, con una tetas enormes y unas gafas enormes también, y el tío trajeado que siempre la mira embobado desde el otro lado de la calle, por la acera de enfrente y en dirección contraria, haciendo peligrar a cada paso su integridad física y con el corazón? en un puño. La señora enorme que siempre va de negro y con una cara muy mala, que además le chilla todos los días a su niño y nunca he podido averiguar por qué. La chica extremadamente delgada que siempre lleva una chaqueta vaquera verde y que se agarra a la pechera como si le fuera la vida en ello, siempre con frío frío en el cuerpo. La pareja del kiosko y la guerra de antipatía que tenemos con él, porque siempre le grita a ella. La de las gosolinas, mujer simpática donde las haya con unas aceitunas excelentes que proviene de sudamérica pero a la que de siempre hemos llamado "la alemana". Y hasta el portero nuevo, todo lo discreto que indiscreto era el anterior, y que siempre está sentado en la mesa leyendo libros tochísimos. Y me quedo en la escalera, que hoy no me apetece subir a la oficina, y sí bajar a tomar unas cañas con los amigos.

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