Tuesday, March 21, 2006

Martes 21, ni te cases ni trabajes

Hoy ha ocurrido algo excepcional en el curro. Uno puede sentir pena, desánimo, incluso dolor, al tener que entrar otra vez en las mismas cuatro paredes de siempre, pero yo sentí miedo. Resulta que llegó una compañera a abrir la puerta diciendo que había gato encerrado. ¿En qué?, me pregunté, pero confundí la preposición, era ¿dónde? la adecuada. Sí, un gato estaba encerrado allí desde el viernes. La señora de la limpieza había llamado el domingo a mi compañera, muy jodida porque no entendía quién coño dejaba un gato solo en la ofi todo el puente, con la de mierda que dejaba el gato por ahí, así que lo encerró en el baño en una caja. Total, que no lo veíamos al entrar, y yo no me acaba de creer del todo historia tan bizarra. Hasta que oí el Miiiiiiiiaaaaaauuuuu! (aterrador)!!!!!! y vi lo que me pareció un verdadero león salir del cubículo y correr por debajo de las mesas. Vaya por delante que a mí los gatos me molan (Triky y Tacher sobre todo), pero esta vez (era negro el jodío), el bello michino me pareció la encarnación del demonio. Lo sacamos de la oficina y otros compañeros valientes estuvieron con él en el pasillo hasta que bajó el del tercero, que era suyo, que al parecer se había colado por la patio interior, que vaya lío y demás. Todo arreglado, pero me quedé con un sensación de ser insensible total, porque de veras que cuando vi al animal más que pena por él sentí pánico de sus dientes, uffffff. Yo creo que lo que me asustaba de verdad era ver un ser vivo capaz de sobrevivir en una oficina cuatro días con sus cuatro noches y mantener aún la cabeza en su sitio.

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