Prometeo replicante
Abstracción total hoy en el metro, conseguida con la ayuda de un par de cañas rápidas y gracias a un pasaje que ha entrado en mi cabeza como un auténtico tren destruyendo a su paso todo lo demás que había dentro (¿qué ceno hoy?, ¿echarán alguna peli en la tele?, ¿se me ha olvidado otra vez coger el móvil?). Un parón en una estación, no se cuál, y una risa que a mí me ha parecido la de los muñecos que se fabrica J. F. Sebastian para no sentirse solo cuando llega a casa de diseñar replicantes. El culpable de todo, Rafael Argullol, el primero de los escritores que cuentan qué les sugiere Blade Runner ("Blade Runner", Varios Autores, Fábula, Tusquets Ediciones, cinco eurillos).
"Prometeo está solo. Todo el tiempo está solo, con la excepción de la presencia fugaz de fuerzas numinosas. Y, como tenue intervención humana, la danza atormentada de la errante Io. Prometeo permanece en el escenario más escueto que se haya podido concebir. Pero la sabiduría de Esquilo estriba en su capacidad de enriquecer del modo más absoluto esta aparente precariedad. Este escenario, casi reducido a la nada, contiene el todo. A los hombres y a los dioses, al cosmos, trabajosamente forjado en medio de violencias, y al caos, sombra acechante que envuelve el pasado y el porvernir. Contiene, además, la poderosa inteligencia de la ley fundamental: el mundo busca su justicia a través de catástrofes porque en cada catástrofe brota la semilla de una ulterior perfección".
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