Tacones (muy) cercanos

Hoy me he puesto tacones. A pesar de ser una metro y medio, nunca me han molado mucho, y no sé andar bien con ellos. Me encanta la escena de Con faldas y a lo loco en la que a Marilyn le pilla un vapor del tren y pega un saltito sencillísimo y la mar de sexi con unos tacones de espanto; yo querría ser ella, pero más bien soy un Jack Lemmon de la vida. Menos hoy, que me he calzado uno tacones pequeños pero de esos que no hacen tic tic, sino toc toc, de esos con los que se pisa fuerte por la vida. Me acompañaban dos de mis símbolos sensuales, Bunbury y Nacho Vegas, en El tiempo de las cerezas. Y casi me he creído Fane Dunaway marcando el ritmo de la noche, o la mujer a la que cantan estos dos, esa a la que quieren fecundar con el pensamiento, o la que llora con la cara aún pintada, la que elige el dolor en lugar de la nada. He tenido un tropezón al salir de una tienda, pero cierto es que en ese momento sonaba en el hilo musical el infame Sacrife de Elton, y así cualquiera se motiva. Tiembla mi tarjeta, cada vez más cerca de conocer a Manolo Balhnik!