I wanna live forever!!
Cuando salí del metro llovía, poco pero amenzaba con crecer y desatarse una tormenta. Y parecía una coreografía, los tacones de (aún) las sandalias haciendo ritmos, los periódicos gratuitos transformándose todos a la vez en improvisados sombreros, la gente corriendillo y sus ropas ligeras (aún) de verano volando con ellos. Y un descubrimiento, que antes o no había notado o es que no pasaba el sufiente tiempo en Madrid como para darme cuenta. Cuando llueve, en el centro no huele bien, ese olor que es una gloria y que todos conocemos y del que hemos hablado fijo en noches antológicas de enamoramientos o de borracheras. No, aquí huele aún más a cemento, aún más a prisa, aunque sopla el viento y los peinados se desordenan, y se manchan los trajes, y se levantan más manos para pedir socorro en forma de taxi. Vamos, que cuando hay tormenta, a veces parece una película de Woody Allen, a veces una de Michael Mann y a veces parece, como hoy, que todos nos vamos a poner a bailar como si fuéramos Leroy y compañía en Fama.
3 Comments:
a mí lo que me gusta son los charquitos de agua y aceite lindando con las aceras, donde puedes ver el arcoiris.. y que me la metan blanda..
2:01 PM
yo quiero vivir en un musical, con gente que canta y baila de repente, e improvisar con ellos sus coreografías hasta cogerle el punto y poder bailar cualquier cosa
1:12 AM
jjaaaaa, que me meo anónimo menos anónimo del mundo! charquitos eh?
leyla, ya estás empezando a vivir en uno, en los musicales nunca se duerme, por la noche se despiertan en pijama y se ponen a bailar
2:28 AM
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