Monday, July 24, 2006

Cubalibres

En cierta ocasión estuve a punto de dejar de hablar durante más de un día entero con la persona con la que compartía regalices en primero de EGB, y con la que, después, sobre todo comparto cañas. Las dos nos pusimos como auténticas fieras discutiendo sobre Fidel y sobre Cuba, y sobre todo sobre la Cuba de Fidel. Quedan en los anales de la historia frases del todo crueles que acabaron aburriendo e incluso asustando a las demás countrygirls (no era para menos), y desde entonces es un temá tabú, aunque de vez en cuando surja como una invitación a la carcajada. Este fin de semana, en ese viernes de fiesta tan punkarra en Villalba y todo lo que ello conlleva, en el botellón que comenzó a las 2 de la mañana volvió a salir el tema, pero de forma suave y bastante etílica, las dos desvariando entre el Viva Fidel! y la idea de que a Cuba le vendría bien que la gobernara un artista, del palo que fuera, pero con imaginación nueva y fresca. El tema me lleva rondando mucho estos días en la cabeza, después de haberme terminado esas antimemorias de Bryce Echenique que he leído de forma intermitente entre libro y libro. La segunda parte de esta maravilla trata de las visitas que hizo este peruano familia de Paul Gauguin y Flora Tristán a Cuba, desde la alegría por la revolución hasta la desilusión. Cuenta por ejemplo que rondando 1980 terminaba con las interminables discusiones entre Raúl y Fidel Castro cantando por peteneras, y que hizo lo propio cuando años después Felipe y Solana se enzarzaron con el cubano mientras comían langosta y pescaban peces en un yate allá en Varadero. Y también cuenta cómo en su última visita para impartir un taller de cine los alumnos no llegaban a las clases porque no había autobuses ni coches, y si los había no había ruedas, y si las había no había gasolina, y si llegaban casi ninguno era cubano. Y cómo para operarte, a pesar de que la medicina cubana es milagrosa, tenías que ir de un hospital a otro porque en cada uno había una máquina, pero ninguno las tenía todas. Una sensación parecida a la que se me quedó tras ver "Comandante" de Oliver Stone, en la que se mezcla la fascinación por la historia y el personaje con la desconfianza por el presente y la persona.

1 Comments:

Anonymous Anonymous said...

Está todo mu malito...

12:23 AM

 

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