No hay higo chungo

Tengo un sofá que es la leche, es sofá cama, durito pero acogedor, que te puedes hundir y cabes entero tumbado. Me encanta, y es una de las razones por las que este mes no tengo ni un duro y espero con ansia que la administrativo del curro me devuelva los 34,30 euros que me debe la empresa de unas fotocopias que adelanté. Aún así, a pesar del sacrificio, del amor que le tengo al sofá, el otro día me sorprendí a mí misma pensando en lo que en ese momento un tanto enajenado sentía que había renunciado al comprar el sofá. Y no se me ocurrieron copas, pantalones o cenas con shushi, sino que mi pánico a las decisiones irreversibles me condujo a pensar en que la comodidad venció al movimiento, la rutina al riesgo, los libros y las pelis a las aventuras, un rollo existencial trapero, pero miraba el sofá y me daba cosa, joder, con lo que mola. Se me pasó en un ratín, después de dos latas de cerveza, que no sustituyen a nada porque en momentos así lo son todo, y pensé, para tranquilizarme sobre todo, que sólo era un sofá, y que no era mis sueños (rotos y no) lo que estaba en juego. Pero el otro día esa manía de plantearme todo me asaltó en medio del concierto de Calexico ( y no fue cuando estaba la pesada de amparanoia con su acompañante m-clan destrozándolo todo, para eso no había dudas, era puaggggggggg). A mí Calexico me molan mucho, y estaban tocando una de corte fronterizo total, y de repente, en pleno subidón, me da por pensar si realmente es algo tan especial estar ahí escuchando tocar a esos pavos con camisa de cuadros, que tengo el disco en casa, y el dvd, y…En fin, como no había pasta, esa vez me tuve que conformar con un trago a la cerve de Leyla, y a correr, y con la ayuda del cantante mejicano tan bueno que tenían, se me pasó la tontería. Esta noche voy a ver a los Expertos Sol y Nieve, y si me vuelve el cinismo aguafiestas, estoy segura de que se va en cuanto oiga eso del higo chungo con acento andalú.